Encuentro los aeropuertos especialmente atractivos.
Sus rincones inmaculadamente luminosos, el sonido de las ruedas de cientos de valijas llenas de sueños y pesares, la voz clara que anuncia arribos y partidas sobre nuestras cabezas, las turbinas en las pistas y el murmullo de gente que llega y se va crean una atmósfera única. Sus terminales simbolizan el primer paso -o el último- en un camino lleno de experiencias nuevas; cada pasajero trae y se lleva un sinfín de historias y expectativas que los demás desconocen. Business or pleasure? No interesa; todos se vuelven iguales dentro de estas enormes cajas de concreto y cristal que nos lanzan a vivencias increíbles.
Desde este modesto aeropuerto virtual invito a los pasajeros a embarcarse con xNashh Airways en un vuelo sin escalas a los rincones de mi mente, tan compleja y única como cualquier otra.
Les deseo un vuelo agradable.

Nashh Kinney.

Thursday, February 9, 2012

Banana Yoshimoto


Encontré recién esto en un .txt que tenía guardado por ahí, esperando ser rescatado para su publicación. Seguramente después de tanto tiempo de inactividad este blog haya perdido a la mayoría de sus lectores -sino a todos-, pero se me canta publicar esto porque no lo escribí al pedo así que acá va:



Qué mejor momento para escribir que este? El microondas marca las 0:26 am, ya es 3 de febrero (qué loco, como el partido en el que vivo), y los únicos sonidos que escucho son el ñic-ñic del ventilador desbalanceado, el murmullo de la heladera de industria argentina cuyo fabricante claramente olvidó la importancia de un mecanismo menos escandaloso y el sonido de las teclas mientras escribo. Siendo de madrugada un día de semana todo está particularmente silencioso, tanto que hasta me da cosita apretar las teclas muy fuerte. Qué me impulsa a escribir esto? Que recién termino de leer un libro; mi primera incursión en la literatura japonesa. Muy interesante, debo decir. Entonces la soledad, sumada a los sonidos antes descritos, la hora que es, y la orquesta de sensaciones que estoy a punto de describir son lo que me llevan a tipear toda esta sarasa. Ajusten sus cinturones y coloquen sus asientos en posición vertical. Aunque no hace falta si no quieren hacerlo.

Por dónde empiezo? Bueno, como primera medida paso a contarte (?) que leí la última línea siendo las 0:17. Osea, hace menos de diez minutos. Acá es donde no sé si esto que voy a confesar le pasa a todo el mundo o sólo a mí, y me siento un poco estúpido para ser honesto. Pero de todas maneras vos compraste este pasaje a los rincones perturbados de mi mente así que te jodés.
Suele pasarme con la literatura en general, con cualquier género, autor o en cualquier momento de mi vida que esté atravesando. Dejemos de lado el hecho de que hace mes y medio me mudé, ahora vivo solo y las responsabilidades de buscar laburo y llevar adelante una casa y una vida son algo nuevo y que no termino de digerir.
Para ponerlo simple y que se entienda, siento una desazón tan grande que sólo puedo comparar al mundo con una torre de shenga bastante avanzada en su construcción, y haber terminado el libro equivale a la súbita aparición de algún boludo que viene y le mete un tincazo en la base. Sí, así se desploma mi entorno mientras cierro el libro, me saco los lentes, los dejo sobre la mesita de luz, me refriego los ojos y apoyo el libro cerrado sobre mi pecho. Lo que sigue es raro de explicar. Mi vista, ya acostumbrada a las filas de tinta se ajusta de nuevo a la cuadradez de mi departamento, cuadradez tenuemente alumbrada por el velador que tengo a mi diestra. Esos segundos después de cerrar el libro son como un orgasmo, pero lejos de las connotaciones sexuales que suelen venir de la mano de esta palabra. Alguna vez leí que a los orgasmos les llaman "petite mort", o pequeña muerte. Bueno, esa comparación no podría ser más acertada. Y a eso voy con todo esto. Durante unos segundos me quedo mirando fijo un punto random del espacio que me rodea, sin pensar en nada, sólo en contacto con mi respiración. Hasta acá es igual a un orgasmo. Pero entonces empiezan a aparecer cosas como el qué habrá pasado? se habrá muerto la piba? la otra conchuda se adaptará a vivir en Tokyo? O aparece ante mí algún rastro borroso del imaginario de lo que podría ser la cara de algun personaje de la historia que me dejó así. Hace unas horas, cuando me recosté en la cama, espalda contra la pared, dispuesto a terminar de leer el libro (iba por la mitad), lo hice porque estaba aburrido y mi mente estaba embarullada pensando en que me queda sólo una semana para sacar la fucking tarjeta SUBE, que tengo que lavar los platos y secar el piso del agua que entró mientras llovía (porque soy tan gil que llueve a cántaros y dejo las ventanas abiertas). Ahora, contemplando la nada con la vista cansada la tarjeta se volvió un problema menor, los platos pueden pasar otro día sin ser lavados y el agua de lluvia que entró podría secarse sola a lo largo de la noche. Es como un "no jodas, dejame elaborar el duelo en paz". De repente siento que me arrancaron algo. La sensación se asemeja bastante a cuando te dicen que Papá Noel no existe. O soy muy emo, o el libro era muy bueno. Prefiero pensar que el libro era excelente.
Cuando pasan unos minutos y alcanzo el nivel de lucidez suficiente para moverme, alcanzar el atado de Marlboro del escritorio -esto sin siquiera levantarme de la cama- y encenderme un cigarrillo, es ahí cuando la balanza empieza a inclinarse de nuevo. El libro se hace pequeño y la tarjeta SUBE bailotea frente a mi cara, la asadera empieza a desprender su olocirto a churrasco y empieza a llover de nuevo.
Y ahí se va todo al diablo. Todavía no sé si es lindo o no. Por supuesto que leer el libro fue lindo, una distracción super placentera y algo que no hacía hace mucho -leer-. Pero lo que queda después? No sé si llamarlo orgasmo o pequeña muerte, aunque los dos términos atribuidos al sexo signifiquen lo mismo. Qué pasó a las 0:17, como cada vez que termino un libro o una película? Qué me pasó? Acabé o morí? Puede que nunca me entere. Pero ahora tengo que juntar las piezas del shenga. Ah, sí, y cerrar las ventanas.

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