Encuentro los aeropuertos especialmente atractivos.
Sus rincones inmaculadamente luminosos, el sonido de las ruedas de cientos de valijas llenas de sueños y pesares, la voz clara que anuncia arribos y partidas sobre nuestras cabezas, las turbinas en las pistas y el murmullo de gente que llega y se va crean una atmósfera única. Sus terminales simbolizan el primer paso -o el último- en un camino lleno de experiencias nuevas; cada pasajero trae y se lleva un sinfín de historias y expectativas que los demás desconocen. Business or pleasure? No interesa; todos se vuelven iguales dentro de estas enormes cajas de concreto y cristal que nos lanzan a vivencias increíbles.
Desde este modesto aeropuerto virtual invito a los pasajeros a embarcarse con xNashh Airways en un vuelo sin escalas a los rincones de mi mente, tan compleja y única como cualquier otra.
Les deseo un vuelo agradable.

Nashh Kinney.

Monday, September 3, 2012

Fiebre de Callao por la Tarde


Hace MIL no escribo. No sé por qué colgué tanto con esto del blog. Desde que tengo una vida (y una muy enquilombada btw) no le dí más pelota. No sé qué es lo que me lleva a escribir esto, simplemente me pintó.
La cosa es más o menos así:
Hoy volvía de cursar y me tomé el subte en Callao rumbo a Los Incas porque tenía que ir a laburar. Santi, el chico con el que suelo viajar hasta allá, decidió cuando salimos irse para otro lado así que viajé solo. Después de dejarme bajar por la escalera mecánica y depositar una moneda de diez centavos en el vaso semi-abollado de McDonald's que la piba que yace con su bebé en brazos aullando lastimosamente en un rincón del pasillo pone ahí para que boludos como yo le incrementen el ingreso que ya debe tener por la Asignación, dejé pasar una formación porque venía hasta la cajeta -lo cual no es de extrañar siendo casi las 6 de la tarde- y me senté a esperar la siguiente. Me atornillé los auriculares a cada oreja y le clavé play a la carpeta de M83 en shuffle. Como estaba al pedo y faltaban más o menos tres minutos para que llegara el otro tren, resolví que me pondría a observar las caras de la gente que estaba en mi andén y en el del otro lado de las vías. Todos cansados, incluyéndome. Y me puse a tratar de adivinar de dónde venían, a dónde iban, qué estaban pensando. Les empecé a crear historias, pasados, cuestiones. Y así empecé, sin darme cuenta, a hacer algo así como un silence recall -haciéndome de la jerga de tripulantes de cabina- personal, muy general, abstracto, existencialista y digno de fumaporro. Básicamente me sorprendí de lo que cambió mi vida desde que me mudé para vivir solo en Diciembre pasado, y más aún de lo atolondrado de los acontecimientos de los últimos tres o cuatro meses. Hice un repaso por mi rutina, mi forma de dormir, de comer, de relacionarme, de llevar adelante una vida. Mi vida. Una vida distinta (en un MUY buen sentido) de lo que solía ser cuando estaba en aquel infierno disfrazado de paraíso en el que solía residir.
Una vida. Cosas que hacer, gente que ver, mucho que aprender, más aún que disfrutar. Creo que no exagero al decir que quizá se me haya dibujado una sonrisa en la jeta mientras más gente llegaba al andén.
Llegó el tren, calculé dónde se abriría la puerta más cercana y, sin pifiarle, me metí al vagón. Como pude. Obviamente iba lleno, quizá hasta más lleno que el que había dejado pasar más o menos tres minutos antes.
La cuestión es que cuando las puertas se cerraron y la formación empezó a moverse mis pensamientos se revolvieron cual boludo que no se abrocha bien el cinturón en el zamba. Tuve que subir el volumen (justo mientras sonaba una canción muy flashera) por el ruido chirriante de las ruedas sobre las vías y empecé a observar todo como si fuese nuevo. Como si fuese la primera vez que viajaba en subte. Como si fuese la primera vez que piso esta ciudad. No se sintió feo, pero sí raro. De pronto miré hacia abajo porque creí haber pisado a alguien por mantener el equilibrio (de hecho así fue) y lo que ví me impactó bastante. Una idiotez, pero me impactó: vi muchos zapatos, de hombre y de mujer, y vi tanto medias en el caso de las señoritas como pantalones de vestir en el caso de los muchachos. Todo negro. Zapatos negros, pantalones negros. Y dentro de esa ensalada de piernas ejecutivas, había dos que eran mías. Tuve que mover un pie para ver cuál era mío, y fue raro. De entrada me asusté, fue como un "oh no, I'm one of them!" pero después de dos o tres estaciones y de haberlo pensado mejor, me sentí bien.
Para ponerlo en pocas palabras, me di cuenta de lo mucho que maduré. Y de lo bien que se siente poder ponerte ese "disfraz" (que ME ENCANTA) cuando lo necesitás, sin dejar de ser vos. Mientras escribo esto estoy en patas, con un chupín cortado y roto, una remerita y un buzo hecho mierda. Y me gusta que sea así.
Seguiría escribiendo pero sería mejor hacer algo de cenar y meterme al sobre. Mañana me toca disfrazarme de nuevo y dar otro paso para cumplir mi sueño, hacer algo por mi vida, por mi futuro.

Gracias por crecer con xNashh Airways ~

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